Ermita de San Blas

La ermita, construida en el siglo XVIII, es heredera de una anterior, que se ubicaba en otra parte del término municipal y que se abandonó por deterioro, trasladando la imagen a la actual.

El edificio es sencillo y pequeño, con una sola nave y entrada bajo arco de medio punto, en cuya dovela central se ha tallado una cruz sanjuanista. Tal vez se trate de una ermita previa, pues la cabecera parece un adosado posterior, siendo en su primer piso un cubo sobre el que se levanta un pequeño cimborrio octogonal que ofrece iluminación natural. El interior es extremadamente sencillo, decorado solamente por una línea de imposta a la altura en la que nacen las pechinas, que recorre toda la nave.


La ermita es el escenario de la celebración de las fiestas pequeñas de la localidad. A ella se acude cada 3 de febrero para celebrar misa y el reparto del aceite bendecido el día anterior, para proteger las gargantas de sus vecinos. 


Su entorno supone, además, un mirador privilegiado sobre el Monasterio de Sijena, la ribera del Alcanadre y la sierra.